viernes, 25 de septiembre de 2015

MATRIMONIO Y EL PODER DE DIOS O CORDON DE TRES DOBLECES

1219400713202_fCuando uno piensa en lo que normalmente puede llegar a hacer solo, encuentra que existen limitaciones grandes, pero cuando se enfoca bíblicamente en lo que puedan alcanzar ya dos personas, entonces sencillamente la proyección le lleva no a duplicar los resultados, sino que llega a ser en realidad algo exponencial, pues no duplicamos sino multiplicamos.
En el libro de Eclesiastés 4:9 encontramos escrito: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo”. Como vemos directamente el consejo en la sabiduría divina nos habla de mejores y mayores frutos en el alcance del trabajo que dos individuos unidos pueden llegar a realizar. Cuando dos personas trabajan juntas en un negocio, se aconsejan y estimulan mutuamente en el trabajo, de modo que, aun al dividir por dos las ganancias, ambos resultan mejor pagados que si trabajasen cada uno por su cuenta. De la misma forma, cuando alguno tiene una equivocación, sufre algún accidente, le pasa algún infortunio o padece alguna pérdida, puede serle fatal  tanto en los negocios como para su vida física, pero si hace los cosas en compañía de alguien tiene  quien le asista, le aconseje, le ayude y aún con quién compartir las pérdidas.
Por este estilo, se da el pensamiento en la expresión: “También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?” (Ec. 4:11), y luego, “Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto” (Ec. 4:12). Mathew Henry en su Comentario Bíblico comenta que el versículo once aquí citado puede interpretarse de dos maneras a saber:
A. del marido y la mujer en la misma cama; esto es lo que, a primera vista, se deduce; y
B. de dos amigos, compañeros de viaje, que se acuestan juntos en las frías noches que siguen tras el ardor del día en el oriente.
Termina M. Henry espiritualizando la aplicación al mutuo estímulo de los creyentes al amor y a las buenas obras (Hebreos 10:24), y hace lo mismo en la primera parte del versículo doce, que aplica, con buena razón a las batallas contra nuestros enemigos espirituales, a los que hemos de vencer unidos en la comunión con Dios. Pasa a citar luego un dicho en latin, usado cuando Inglaterra fue invadida por los romanos: “Dum singli pugnant, universi vincuntur (Mientras luchan en facciones separadas, sacrifican la causa general).
La expresión final del verso doce, cuando dice que “cordón de tres dobleces no se rompe pronto”, es un dicho muy bien entendido en la región del Medio Oriente, y la aplicación la tiene especialmente cuando se hace a dos creyentes que, con Dios o con Cristo, llegan ya a ser tres y esto es una figura muy hermosa de la unidad con la divinidad. Ya aquellos dos individuos que iniciaron una sociedad, ya de por sí muy productiva, sumados al poder divino llegarán al punto máximo, no de su humano potencial, sino del potencial de un creyente en Dios. Y cuando llegamos a este punto decisivo y crítico a la vez, nuevamente las cosas van mucho más allá de lo que podemos llegar a pensar, proyectar o suponer.
La Palabra nos dice en el Evangelio según Mateo 18:19: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. Imagine, con solo dos, ni siquiera tres, doce, cincuenta, cien o más. Sólo con que dos se pongan de acuerdo aquí en la tierra acerca de un asunto para llevarlo delante del Padre en oración, la Palabra nos dice que será hecho. Eso rompe los límites humanos, lo que el hombre por sí mismo puede alcanzar se ve minimizado ante lo que puedan alcanzar dos en esta postura definida por Dios en Su Palabra. Este es el poder de DOS en DIOS. Este es el cordón de tres dobleces.
Por tanto, si queremos mejores y más grandes resultados de cualquier cosa que emprendamos busquemos la asociación con alguien más. Pero si queremos llegar a obtener resultados realmente sorprendentes que rompan todo límite y lleguen a alcances inimaginados, entonces esa asociación de dos, subámosla de nivel y llevémosla  ahora a una asociación de tres, al asociarnos con Dios. Y tengamos por seguro que este cordón de tres dobleces, no se romperá tan fácilmente.
Bendiciones y paz amados hermanos.








No hay comentarios:

Publicar un comentario