La Ira y el Odio
En la psicología contemporánea y más especialmente en el enfoque conductista, existen cuatro emociones básicas que rigen el comportamiento del hombre como ser biosicosocial: El placer, el amor, el miedo y la ira, siendo esta última una de las más perniciosas para el ser humano.
Estas emociones están ligadas a la afectividad y en el caso específico de la ira (conocida también como rabia), está relacionada con el desagrado. No hay estado afectivo neutro y no hay sentimiento o emoción que no tenga su compañero contrario. En este caso, lo contrario de la alegría es la ira.
La ira es el sentimiento de desagrado que una persona tiene ante una circunstancia determinada, que le impide actuar de forma serena produciendo alteraciones de la conducta que llegan a ser extremas.
¿Cómo se manifiesta?
La persona sufre trastornos fisiológicos significativos que afectan las vísceras, el sistema nervioso y en especial, la actividad cerebral. La sangre se agolpa, el corazón salta, la garganta se anuda, la boca se seca, el sudor brota, las manos y las piernas tiemblan. Por lo general, la persona iracunda sufre una contracción del rostro, acompañada de una mímica que manifiesta estupor y rabia a la vez. Cuando habla aumenta el tono de la voz, esta conducta emocional -más comunmente- va acompañada de una tendencia exagerada a la gesticulación y en la mayoría de los casos, termina cuando se genera una respuesta violenta ante el estímulo que la provocó.
Hay quienes opinan que la ira, al igual que otras emociones, es innata y congénita, pero estudios más recientes apuntan hacia el hecho de que lo único innato y congénito es la respuesta de los individuos ante las situaciones desagradables que, a través de procesos de maduración y de aprendizaje, se van haciendo diferentes en cada persona.
La ira está muy relacionada con los fracasos, frustraciones y conflictos del hombre. Ahora bien, hay que tener en cuenta que no existen personas que alguna vez no hayan tenido un fracaso. Muy por el contrario, estos son necesarios en el proceso de aprendizaje del hombre.
En la actualidad, se puede apreciar con facilidad, cómo la ira se ha instalado en los ciudadanos de las diferentes clases sociales quienes, debido a las circunstancias por las cuales está atravesando nuestro país, culpan a otros de situaciones de miseria, marginalidad, desempleo, falta de educación, etc., que pudieran estar transitando en un momento determinado. Esta ira contenida genera situaciones de violencia en muchos casos y en los que no, lleva a los individuos a alimentar odios y resentimientos.
¿Qué es el odio?
El odio es el producto de resentimientos y generalmente se define como el sentimiento contrario del amor. En el amor se desea el bienestar para la persona amada. En el odio, el deseo de malestar es lo que está presente. Heráclito lo definió como el amor invertido. La persona que odia manifiesta una conducta hostil, agresiva y repulsiva contra la persona objeto de su odio.
Las personas abrigan odios en su interior a causa de haber sufrido en su vida frustraciones y situaciones adversas que no pudieron superar por diferentes circunstancias. Es el caso de personas que no consiguen perdonar a sus padres porque cuando eran niños, estos tuvieron con ellos conductas altamente represivas e incomprensivas. También es el caso de la persona que sufrió un divorcio o separación traumática y vive odiando a quien fuera su pareja.
Estas personas viven responsabilizando a los demás de sus fracasos y recreando sus problemas con amigos y familiares. Tienen un permanente sentimiento de que el mundo está contra ellas y no entienden que tuvieron responsabilidad en las situaciones adversas que vivieron. Por lo general, les cuesta olvidar lo que "supuestamente le hicieron" y por ende, el perdón no tiene cabida en su vocabulario.
Estudios recientes han demostrado que las personas que guardan odios y resentimientos, los somatizan llegando a sufrir enfermedades tan graves como el cáncer. También se ha determinado que parte importante de la cura de esta enfermedad, depende en gran medida de que las personas comiencen a realizar un trabajo interno que les permita olvidar y dejar atrás, las supuestas causas que les obligaron a sentir odio hacia los demás.
Edmundo Chirinos, reconocido psiquiatra venezolano nos explica que en el caso de la ira la causa original es el miedo. "El miedo es una emoción tan primaria que el hombre la experimenta desde que nace y reacciona ante él con manifestaciones de rabia. De modo que podría decirse que el miedo precede a la ira".
El hombre tiene en el cerebro la misma estructura que posee cualquier mamífero superior y que le permite experimentar las emociones básicas.
"A través de los procesos de aprendizaje, el niño es satisfecho en casi todas sus apetencias pero, como es natural, empieza a ser restringido en algunas. Cuando esto sucede, comienza a manifestar reacciones de ira. Con el paso del tiempo, será más propenso a tener reacciones de ira o de amor, dependiendo del manejo que los padres hagan de esta circunstancia. Si son positivas como en el caso del amor, también se dan respuestas emocionales, que no se diferencian en mucho de las reacciones fisiológicas de la ira, sólo que los centros nerviosos que regulan una u otra emoción son diferentes y en el hombre están perfectamente identificados". Están en una región del lóbulo temporal y descargan a través del cerebro. En el caso de la ira, si son estimulados se desarrollará un respuesta de rabia, produciendo una movilización gestual, anatómica, fisiológica de sus estructuras corticales y subcorticales.
Dependiendo de la capacidad que tenga la persona de expresar sus emociones, más la potencialidad cerebral que posea para ser iracundo, el individuo podrá llegar a ser un neurótico constantemente irritado.
"La cascada de reacciones fisiológicas que se produce en un momento de ira es altamente negativa y se debe a un conjunto de neurotransmisores, que genéricamente se llaman adrenérgicos, en los que se incluye la dopamina y la serotonina. Cuando se acumulan sin descarga, generan ira".
Se discute mucho si este conjunto de neurotransmisores, que tiene acción sobre otros centros, al ser reprimidos terminan por alterar otras estructuras cerebrales que tengan que ver con la circulación, la respiración, los centros hormonales, (en el caso de las mujeres, con los ciclos ováricos) y generen problemas artríticos, cardiovasculares e hipertensivos, entre otros. En líneas generales, la descarga neurotransmisora y hormonal de la ira y del odio es muy parecida en ambas.
Ira y odio ¿Son iguales?
A juicio de Chirinos, el odio es consecuencia de la ira. "Dependiendo del grado de descarga de la rabia, tendremos a un sujeto violentamente iracundo, en donde la ira tiene una expresión inmediata, o por el contrario, si no tiene capacidad expresiva o si no procesa las causas de su ira, no las racionaliza, no las metaboliza, tendremos a un individuo que acumula sus rabias. Surge entonces, el resentimiento, mejor conocido como odio".
La persona nunca tiene una certeza de por qué odia, ya que las causas originales pasan a ser inconscientes. Ese odio puede ser tan complejo, que no solamente está dirigido a la persona o situación que originalmente determinó la ira y luego la represión de la misma. También se generaliza a todo un entorno. "Tenemos entonces personas que odian muchas cosas y que viven constantemente resentidas contra la vida, hasta el punto de querer llegar a morir".
La diferencia esencial entre la ira y el odio, es que la ira es un fenómeno explosivo desencadenado casi simultáneamente a la situación que la genera. En el odio hay una represión de la ira, una acumulación de sentimientos o situaciones negativas y descargas de menor intensidad y sobretodo difusas.
Es tarea del terapeuta, enseñar a la persona a detectar cuáles son los orígenes de su odio, la irracionalidad y hasta el carácter absurdo de su resentimiento.
"Una persona que descargue constantemente y por cualquier motivo su ira, es una persona desadaptada, porque la consecuencia de la descarga de sus reacciones de rabia, puede generar en las víctimas, respuestas que incrementen el sentimiento de odio".
¿Qué hacer?
Lo deseable es que quienes reaccionan con ira ante una situación determinada, identifiquen y entiendan las causas que la generaron y sean capaces de controlarla y manejarla adecuadamente.
La terapia enseña como se puede lidiar con la rabia o el odio, de un modo tal que no lesione los sentimientos, los valores o la autoestima de la persona que motiva estas emociones. Lo ideal es hacerlo de una forma lo suficientemente exitosa para que la otra persona sienta que está siendo criticada o que es objeto de un reclamo, sin ser agredida.
Es importante aprender a descargar la rabia pero no de un modo violento, porque a la postre, podemos generar todo un entorno reactivo de negatividad para nosotros mismos.
"Existe un conjunto de actividades en donde la meditación, la práctica religiosa, la oración, pueden llevar calma al paciente en los momentos pico, antes de que se desencadenen las reacciones de ira. Existen muchas técnicas en donde se hacen estas prácticas de manera normal. Pero, mientras no cambie el mundo externo y no cambie la crítica situación del país, seguirán sucediéndose descargas de ira irracional. Lo importante es tratar de lograr una autocontrol efectivo, en donde a pesar de los estímulos agresivos, las personas puedan lograr paz anímica y espiritual, que por supuesto supone un equilibrio cerebral".
Estas emociones están ligadas a la afectividad y en el caso específico de la ira (conocida también como rabia), está relacionada con el desagrado. No hay estado afectivo neutro y no hay sentimiento o emoción que no tenga su compañero contrario. En este caso, lo contrario de la alegría es la ira.
La ira es el sentimiento de desagrado que una persona tiene ante una circunstancia determinada, que le impide actuar de forma serena produciendo alteraciones de la conducta que llegan a ser extremas.
¿Cómo se manifiesta?
La persona sufre trastornos fisiológicos significativos que afectan las vísceras, el sistema nervioso y en especial, la actividad cerebral. La sangre se agolpa, el corazón salta, la garganta se anuda, la boca se seca, el sudor brota, las manos y las piernas tiemblan. Por lo general, la persona iracunda sufre una contracción del rostro, acompañada de una mímica que manifiesta estupor y rabia a la vez. Cuando habla aumenta el tono de la voz, esta conducta emocional -más comunmente- va acompañada de una tendencia exagerada a la gesticulación y en la mayoría de los casos, termina cuando se genera una respuesta violenta ante el estímulo que la provocó.
Hay quienes opinan que la ira, al igual que otras emociones, es innata y congénita, pero estudios más recientes apuntan hacia el hecho de que lo único innato y congénito es la respuesta de los individuos ante las situaciones desagradables que, a través de procesos de maduración y de aprendizaje, se van haciendo diferentes en cada persona.
La ira está muy relacionada con los fracasos, frustraciones y conflictos del hombre. Ahora bien, hay que tener en cuenta que no existen personas que alguna vez no hayan tenido un fracaso. Muy por el contrario, estos son necesarios en el proceso de aprendizaje del hombre.
En la actualidad, se puede apreciar con facilidad, cómo la ira se ha instalado en los ciudadanos de las diferentes clases sociales quienes, debido a las circunstancias por las cuales está atravesando nuestro país, culpan a otros de situaciones de miseria, marginalidad, desempleo, falta de educación, etc., que pudieran estar transitando en un momento determinado. Esta ira contenida genera situaciones de violencia en muchos casos y en los que no, lleva a los individuos a alimentar odios y resentimientos.
¿Qué es el odio?
El odio es el producto de resentimientos y generalmente se define como el sentimiento contrario del amor. En el amor se desea el bienestar para la persona amada. En el odio, el deseo de malestar es lo que está presente. Heráclito lo definió como el amor invertido. La persona que odia manifiesta una conducta hostil, agresiva y repulsiva contra la persona objeto de su odio.
Las personas abrigan odios en su interior a causa de haber sufrido en su vida frustraciones y situaciones adversas que no pudieron superar por diferentes circunstancias. Es el caso de personas que no consiguen perdonar a sus padres porque cuando eran niños, estos tuvieron con ellos conductas altamente represivas e incomprensivas. También es el caso de la persona que sufrió un divorcio o separación traumática y vive odiando a quien fuera su pareja.
Estas personas viven responsabilizando a los demás de sus fracasos y recreando sus problemas con amigos y familiares. Tienen un permanente sentimiento de que el mundo está contra ellas y no entienden que tuvieron responsabilidad en las situaciones adversas que vivieron. Por lo general, les cuesta olvidar lo que "supuestamente le hicieron" y por ende, el perdón no tiene cabida en su vocabulario.
Estudios recientes han demostrado que las personas que guardan odios y resentimientos, los somatizan llegando a sufrir enfermedades tan graves como el cáncer. También se ha determinado que parte importante de la cura de esta enfermedad, depende en gran medida de que las personas comiencen a realizar un trabajo interno que les permita olvidar y dejar atrás, las supuestas causas que les obligaron a sentir odio hacia los demás.
Edmundo Chirinos, reconocido psiquiatra venezolano nos explica que en el caso de la ira la causa original es el miedo. "El miedo es una emoción tan primaria que el hombre la experimenta desde que nace y reacciona ante él con manifestaciones de rabia. De modo que podría decirse que el miedo precede a la ira".
El hombre tiene en el cerebro la misma estructura que posee cualquier mamífero superior y que le permite experimentar las emociones básicas.
"A través de los procesos de aprendizaje, el niño es satisfecho en casi todas sus apetencias pero, como es natural, empieza a ser restringido en algunas. Cuando esto sucede, comienza a manifestar reacciones de ira. Con el paso del tiempo, será más propenso a tener reacciones de ira o de amor, dependiendo del manejo que los padres hagan de esta circunstancia. Si son positivas como en el caso del amor, también se dan respuestas emocionales, que no se diferencian en mucho de las reacciones fisiológicas de la ira, sólo que los centros nerviosos que regulan una u otra emoción son diferentes y en el hombre están perfectamente identificados". Están en una región del lóbulo temporal y descargan a través del cerebro. En el caso de la ira, si son estimulados se desarrollará un respuesta de rabia, produciendo una movilización gestual, anatómica, fisiológica de sus estructuras corticales y subcorticales.
Dependiendo de la capacidad que tenga la persona de expresar sus emociones, más la potencialidad cerebral que posea para ser iracundo, el individuo podrá llegar a ser un neurótico constantemente irritado.
"La cascada de reacciones fisiológicas que se produce en un momento de ira es altamente negativa y se debe a un conjunto de neurotransmisores, que genéricamente se llaman adrenérgicos, en los que se incluye la dopamina y la serotonina. Cuando se acumulan sin descarga, generan ira".
Se discute mucho si este conjunto de neurotransmisores, que tiene acción sobre otros centros, al ser reprimidos terminan por alterar otras estructuras cerebrales que tengan que ver con la circulación, la respiración, los centros hormonales, (en el caso de las mujeres, con los ciclos ováricos) y generen problemas artríticos, cardiovasculares e hipertensivos, entre otros. En líneas generales, la descarga neurotransmisora y hormonal de la ira y del odio es muy parecida en ambas.
Ira y odio ¿Son iguales?
A juicio de Chirinos, el odio es consecuencia de la ira. "Dependiendo del grado de descarga de la rabia, tendremos a un sujeto violentamente iracundo, en donde la ira tiene una expresión inmediata, o por el contrario, si no tiene capacidad expresiva o si no procesa las causas de su ira, no las racionaliza, no las metaboliza, tendremos a un individuo que acumula sus rabias. Surge entonces, el resentimiento, mejor conocido como odio".
La persona nunca tiene una certeza de por qué odia, ya que las causas originales pasan a ser inconscientes. Ese odio puede ser tan complejo, que no solamente está dirigido a la persona o situación que originalmente determinó la ira y luego la represión de la misma. También se generaliza a todo un entorno. "Tenemos entonces personas que odian muchas cosas y que viven constantemente resentidas contra la vida, hasta el punto de querer llegar a morir".
La diferencia esencial entre la ira y el odio, es que la ira es un fenómeno explosivo desencadenado casi simultáneamente a la situación que la genera. En el odio hay una represión de la ira, una acumulación de sentimientos o situaciones negativas y descargas de menor intensidad y sobretodo difusas.
Es tarea del terapeuta, enseñar a la persona a detectar cuáles son los orígenes de su odio, la irracionalidad y hasta el carácter absurdo de su resentimiento.
"Una persona que descargue constantemente y por cualquier motivo su ira, es una persona desadaptada, porque la consecuencia de la descarga de sus reacciones de rabia, puede generar en las víctimas, respuestas que incrementen el sentimiento de odio".
¿Qué hacer?
Lo deseable es que quienes reaccionan con ira ante una situación determinada, identifiquen y entiendan las causas que la generaron y sean capaces de controlarla y manejarla adecuadamente.
La terapia enseña como se puede lidiar con la rabia o el odio, de un modo tal que no lesione los sentimientos, los valores o la autoestima de la persona que motiva estas emociones. Lo ideal es hacerlo de una forma lo suficientemente exitosa para que la otra persona sienta que está siendo criticada o que es objeto de un reclamo, sin ser agredida.
Es importante aprender a descargar la rabia pero no de un modo violento, porque a la postre, podemos generar todo un entorno reactivo de negatividad para nosotros mismos.
"Existe un conjunto de actividades en donde la meditación, la práctica religiosa, la oración, pueden llevar calma al paciente en los momentos pico, antes de que se desencadenen las reacciones de ira. Existen muchas técnicas en donde se hacen estas prácticas de manera normal. Pero, mientras no cambie el mundo externo y no cambie la crítica situación del país, seguirán sucediéndose descargas de ira irracional. Lo importante es tratar de lograr una autocontrol efectivo, en donde a pesar de los estímulos agresivos, las personas puedan lograr paz anímica y espiritual, que por supuesto supone un equilibrio cerebral".
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